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DE GATOS Y FLORES

  • concriosniamisa
  • 17 nov 2012
  • 2 Min. de lectura

No pilla de paso para ir a ninguna parte, pero es el corazón mismo del Valle de Ricote, y se puede acceder tanto desde Blanca como desde Archena. Con todo, ir a Ojós es una inesperada aventura: por las carreteras cortadas, porque te pasas el pueblo si no andas atento, y porque aunque parezca mentira, basta con media hora de paseo por sus callejuelas para conocer a todos los vecinos y encontrarte con más de un personaje, cuanto menos, entrañable.

Es un plan ideal para ir con niños (porque la mayoría de calles son peatonales), muy barato y, por supuesto, para hacer con cámara en mano. Detrás del ayuntamiento, callejeando un poco, llegamos enseguida a una pequeña plaza que sale la calle de Cánovas del Castillo. Algunos vecinos la llaman la calle de los gatos, y pronto descubriréis por qué. Hay casi tantos gatos como macetas. Los propietarios han convertido estas callejuelas en un rincón digno de admirar, que hace que nos olvidemos de donde estamos.

Atentos también a la parte baja de los balcones que han decorado con baldosas de colores: al final de esta calle nos encontramos con el Palacio de los Masa, y justo al lado, completamente abandonado, un pequeño enrejado coronado por una cruz que, dicen los vecinos, trae a la memoria historias de la Inquisición. Un poco más adelante descubrimos uno de los tesoros de este pueblo: un antiguo lavadero que muchas vecinas aún utilizan... Nosotros lo encontramos completamente vacío (a excepción de los gatos, claro, que pueblan cada rincón) y envuelto en un frío silencio que nos invita a sentarnos y descansar.

Pero, como no sólo de espíritu vive el hombre, merece la pena quedarse un rato más en Ojós y alimentar también al cuerpo. Si lo que buscamos es algo rápido y barato, una buena solución es el Palacio de la Tapa. Por menos de 8 euros podemos almorzar a base de raciones. Eso sí, no esperéis vistas ni una cómoda terraza. Hay que aprender a descubrir el encanto del lugar...

Seamos o no amantes de lo dulce, lo cierto es que no se puede abandonar Ojós sin pasar por su Bizcochería Artesanal: hace una década que las manos de los jóvenes propietarios rehacen la receta que, durante más de 200 años, amasaba el ya muy popular "Jesús". La estrella de la casa son los "borrachos". Los hay clásicos o de chocolate. Ambos son muy, muy dulces, y más que bañados están ahogados en almíbar, así que si no sois golosos no os gustarán. No se parecen a los habituales borrachos de las confiterías, porque estos llevan, además del azúcar, bergamota. Un cítrico muy parecido a la mandarina. La buena noticia para los INTOLERANTES A LA LACTOSA es que no llevan nada de leche.

¡¡Buen provecho!!

 
 
 

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