Hace muchos, muchos años... unos romanos llegados de tierras lejanas descubrieron un pozo en Alhama de Murcia del que salía agua caliente y muy agradable, así que decidieron levantar en aquel sitio un edificio, al que llamaron Termas. Un lugar lleno de piscinas calientes y frías al que ir a relajarse. Pero pasó el tiempo y aquellos hombres se marcharon... Años después llegaron otros hombres desde tierras africanas, los árabes. También les gustó aquel agua, así que decidieron construir sus propias piscinas encima de las de los romanos. Disfrutaron de aquel lugar muchos años,hasta que tuvieron que dejar esas tierras... Tras años de abandono, los modernos habitantes de la Alhama de 1800 también pensaron que aquel agua era buena, y construyeron un enorme edificio, con piscinas y habitaciones, para convertir aquel lugar en un hermoso balneario... Esta es parte de la historia que descubrimos al visitar el Museo Arqueológico de los Baños de Alhama de Murcia. Un lugar lleno de magia y encanto, en el que podemos enseñar a los más pequeños, como la historia de las diferentes civilizaciones se esconde bajo nuestros pies y como unos han ido construyendo encima de lo que dejaban los otros.
El Museo, de entrada gratuita, organiza, además, visitas teatralizadas y talleres para niños durante el verano (pero hay muy pocas plazas y hay que informarse con tiempo). En su interior: guías interactivas, vídeos, restos arqueológicos y reproducciones de lo que en su día fueron las Termas, los Baños y el Balneario. El Museo está ubicado a los pies del castillo y rodeado por un fantástico jardín.
Si hace buen tiempo, y os gustan las plantas, es interesante hacer una parada en el parque de La Cubana, muy cercano al Museo. Un área enorme, llena de árboles exóticos y columpios para los más pequeños. Allí mismo hay un kiosko en el que tomar un refrigerio. Si buscáis algo más completo para comer por la zona, os recomiendo La Caverna. Está fuera del casco urbano, pero es un sitio original. Sus dueños lo han ambientado como si fuese una cueva prehistórica, con telarañas, dinosaurios y pinturas rupestres. El menú es un poco caro, pero el sitio es agradable. La visita es, más que nada, vistosa para los niños. Prehistoria e Historia todo en uno... ¿se puede pedir más?